Un hotel con ínfulas 4 estrellas pero con mucha envidia de las 5 estrellas de los hoteles vecinos, como lo demuestra su logo engañoso en la fachada, queriendo mimetizarse en medio de un campo de golf que no merecen ni pretende hacer el mínimo intento por merecer, sacrificando a sus huéspedes incautos para reducir gastos.
La cama, factor determinante para inclinar la balanza en toda experiencia de viaje, estaba totalmente vencida e impresentable, haciendo que la incomodidad pueda causar un inmenso placer a cualquier faquir.
La base de la mesa para comer estaba sumamente deteriorada, causando una pésima impresión al entrar a la habitación. El baño afortunadamente contaba con papel higiénico porque el resto de los amenities básicos que todo hotel de al menos 3 estrellas debe ofrecer brillaban por su ausencia pero la encargada de la recepción se encargó de poner la guinda en el pastel con una actitud defensiva y prepotente, argumentando que todo fue nuestra culpa porque ella explicó en el “check in” que ante cualquier requerimiento, debimos haber llamado al # 5 para que nos cambiaran la cama o pusieran un topper si queríamos un efecto nube al dormir, nos pintaran la mesa del comedor, nos limpiaran mejor el polvo acumulado en el mobiliario de la habitación y nos aclararan que era nuestra responsabilidad traer jabón, champú, acondicionador e hidratante.